Título original: Guide du mauvais père
Editorial: Astiberri
Año: 2006
Guion y dibujo: Guy Delisle
Grado: 10/10
Reseña: Hugo C
¿Cómo están amigos? Algún descolgado seguramente se preguntará la razón de estos globitos, así que les vuelvo a comentar que el 7 de octubre se cumplen dos (2) años de mi primera colaboración en HTAL, y, si bien por una u otra razón no he podido hacerlo con la asiduidad que me gustaría, he disfrutado de un buen ambiente de trabajo y de la amistad de Arsenio, que, aunque no lo crean viéndolo con el monóculo y los guantes blancos, es una excelente persona, a pesar de su desmedida afición por los zombis y sus subproductos. Volviendo al aniversario, como parte de los festejos les traigo la reseña de otra de mis lecturas favoritas: la Guía del mal padre de Guy Delisle, disponible en este blog desde hace tiempo…
198. ¡Ya casi estamos! Un par de reseñas más y estaremos en el posteo 200 y uno aún con el pescado sin vender. No se asusten si el posteo en cuestión termina teniendo más postergaciones que la última película de James Bond… Hoy tenemos en el menú la Guía del mal padre, de Guy Delisle. Me hubiese gustado que esta reseña fuese innecesaria y que todos los que frecuentan HTAL, padres o no, ya hubiesen leído estos invalorables volúmenes, pero mucho me temo que no caerá esa breva.
¡Spoilers! (Que de todos modos son previsibles y no arruinan el disfrute del libro.)
A pesar del título, la Guía del mal padre no es un manual de puericultura o un tratado sobre cómo educar (incorrectamente) a un crío, sino una serie de viñetas autobiográficas en las que Delisle se autorretrata como el ejemplo perfecto a evitar, el mal padre de marras.
Por supuesto que Delisle no es un pésimo padre, ya que –al menos según el cómic– no hace pasar hambre a sus hijos ni les pega, no se emborracha, etcétera. Pero, de alguna manera, él mismo no ha dejado de ser un crío, y entonces se deja llevar por su temperamento infantil y les hace bromas crueles, les miente descaradamente, hace juicios totalmente arbitrarios o erróneos, los usa para ventilar sus frustraciones o incluso a veces olvida el nombre de alguno de ellos.
La Guía está compuesta de una serie de historias breves que repasan algunos de los lugares comunes de la paternidad: el ratón Pérez, los regalos de Navidad, la tarea de la escuela, las malas notas, la buena educación en la mesa, las excursiones en familia y tantas otras. Y en todos los casos Delisle comete los errores que innumerables padres han cometido y sin duda seguirán cometiendo.
Porque ya sabemos que el padre ideal a lo Robert Young en Father Knows Best no existe –y ése es el paradigma contra el cual Delisle se mide y se juzga como un mal padre– pero aún así, Louis y Alice reciben una buena crianza y terminan saliendo buenos, o al menos, sin más traumas que el común de los niños.
Y acá va el spoiler prometido: los chicos crecen. Ya sobre el final del cuarto tomo Delisle cierra el anecdotario con una visión de cómo son hoy los ya adolescentes Louis y Alice, y es entonces cuando caemos en la cuenta de que estos cuatro tomos con los que tanto hemos reído y sonreído son la visión nostálgica del autor, de cuando sus hijos eran más pequeños, apenas ayer.
El estilo de dibujo de Guy Delisle es de una engañosa simplicidad, con una puesta que apenas alberga una o dos viñetas por página, que en otro tipo de cómic tal vez serviría para detenerse y degustar el arte, el trazo o lo que sea que haya planeado el dibujante, pero aquí no sólo tiene la función de permitir que los diálogos respiren y los globitos no se amontonen, sino la de darle un mayor impacto al remate de cada historia.
En resumen, una lectura altamente recomendable que en su momento he disfrutado de punta a punta y a la que no dudo en dar la más alta calificación. A quienes aún no han leído esta Guía del mal padre y piensan hacerlo por primera vez, no puedo menos que envidiarlos un poco.
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