PLENILUNIO
Editorial: Glenat, Kraken.
Guión y dibujo: Christophe Chabouté.
Fecha de publicación: 2003.
Reseña: el Buen Ñoño Wise.
¿Les ha pasado que,
dando vueltas por el blog o por otros sitios amigos, han visto con
cierto grado de recelo algunos títulos europeos desconocidos, y los
han desechado sin mirarlos mucho? ¿Y luego les queda la duda de
“serán realmente buenos” o “podrían llegar a gustarme”? A
mí me ha pasado, y me sigue ocurriendo de vez en cuando incluso hoy.
Mi zona de confort solía ser el comic superheroico, y uno que otro
tebeo indie, más pequeñas raciones de comic-strips tipo Peanuts,
Mafalda y similares. El cómic Franco-Belga era Ásterix y Spirou,
pero aparecía un nombre en francés diferente a los habituales y lo
miraba como un cachorro a un desconocido, sin saber si largarme o
menearle la cola.
Pero la duda es una
virtud, y vale la pena hacerle caso.
Sea cual sea el caso, o
incluso si conocen bien este mundo, “Plenilunio” es un excelente
snack gráfico para adentrarse a leer historias distintas. Ideal si
terminamos recientemente una Saga Marvel o DC y queremos respirar
aire fresco con una lectura distinta y liviana en términos
cuantitativos: 120 páginas que se leen rápidamente. ¿Les tinca,
les apetece? Espero yo que sí, que para eso escribo esta reseña.
Ténganme confianza.
“Plenilunio” nos
cuenta la historia de Édouard Tolweck, un burócrata de poca monta
que trabaja en una oficina gubernamental relacionada al seguro social
francés. Creo que, sin miedo a equivocarme, la descripción perfecta
de nuestro protagonista es “una persona de mierda”: misógino,
xenófobo, frívolo y clasista, los descalificativos son pocos. Si no
lo están odiando antes de la página 20 imprimo esta reseña y me la
como.
Tolweck está por
terminar un día como cualquier otro: trabajando poco, chismoseando
mucho y tratando pésimo a los usuarios del sistema. En esta jornada,
a la que asistimos como espectadores, le niega el servicio a un
amable anciano negro que lleva tres horas esperando su atención,
pero la hora de salida es sagrada para nuestro funcionario. Luego de
unos insultos lo manda a buena parte, pero sobreviene un giro en su
historia que cambia el devenir de este día en particular: su jefe le
pide que entregue manualmente una carta, y ya que para escalar en la
jerarquía estatal hay que besar traseros, su respuesta es afirmativa
y colmada de falsa voluntad.
De ahí en más, Tolweck
se ve obligado a cambiar su rutina habitual, precisamente en una
noche de luna llena. Su periplo es digno de ser leído sin mayor
revelación, y su trasfondo de justicia esconde más de lo que
parece. El relato de esta travesía cuasi onírica, llena de buen
humor negro y también de situaciones que logran causar angustia en
proporciones similares, es sin duda una buena historia. En segundas
lecturas se aprecia incluso mejor, al notar viñetas clave que pueden
ser fácilmente pasadas por alto en la lectura inicial. El dibujo, en
blanco y negro, refleja grotescamente la escasa belleza interior de
los personajes, y sus ilustraciones totalmente descriptivas dan un
buen ritmo a la historia.
En fin… como decía al
principio, espero que le muevan la cola a esta narración
entretenida, crítica, graciosa, angustiante y psicodélica pero
sencilla. Podrán decir que conocen a Chabouté, y pueden
entusiasmarse con otras obras del autor o incursionar con mayor
confianza en los desconocidos mares del cómic europeo. Espero se
tomen 20 minutos para este regalito, y que les guste tanto como a mí.
7,5/10
Post: Cristophe Chabouté